¿Cuáles son los síntomas?
La infección primaria en el niño (herpes primario) puede producir una inflamación general de las encías y un dolor extendido por toda la boca, incluso puede dar fiebre, ganglios linfáticos inflamados en el cuello y una sensación de malestar general. Aunque la mayoría de los casos son leves y pasan desapercibidos, es frecuente que los padres confundan el trastorno con la dentición u otros procesos.
En el plazo de 2 o 3 días, unas pequeñas ampollas (vesículas) se forman en la boca del niño. Éstas podrían pasar inadvertidas porque se revientan rápidamente, dejando la boca en carne viva y dolorida. El dolor puede sentirse en cualquier parte de la boca pero siempre incluye las encías.
Aunque el niño mejora al cabo de una semana o incluso antes, el virus del herpes simple no abandona jamás el cuerpo y la infección presenta con frecuencia nuevos brotes en otro momento de la vida (herpes secundario).
En el adulto pueden darse recidivas posteriores (herpes secundario) que generalmente da lugar al herpes labial (“ampollas febriles”). Con frecuencia, estas recidivas se desencadenan a consecuencia de quemaduras del sol en los labios, un resfriado, fiebre, alergia alimentaria, una herida en la boca, un tratamiento dental o bien a consecuencia de la ansiedad. Normalmente aparece una llaga abierta y en carne viva en el labio externo y luego se convierte en costra